LA OPINIÓN DE NACHO FOUZ

LAS LLAVES DEL DESTINO
28-09-24 - Nacho fouz
El Río Breogán arranca este curso 2024-25 su decimoctava participación en la máxima categoría del baloncesto español, la cuarta consecutiva, y la afición tiene mucho, muchísimo que celebrar. El conjunto celeste transita por su tercer mejor ciclo deportivo de la historia —encadenó siete participaciones en la ACB en los periodos 1988-95 y 1999-05— y jamás su salud económica fue tan consistente —desde la llegada de este consejo de administración, ningún balance económico se cerró con pérdidas—. Carmen Lence, presidenta de la sociedad, afirmó recientemente que “se han asentado unas bases sólidas que garantizan la continuidad del club”.
En lo deportivo, el equipo —más bien la plantilla— es completo y «pinta bien», según el sentir de la mayoría del breoganismo. La continuidad de Veljko Mrsic en el banquillo ofrece una gran certeza: saber que el Breogán se construirá a partir de la defensa y que el trabajo, el esfuerzo y la implicación son innegociables. También existen «incógnitas», tal y como afirma el propio entrenador croata. La principal es desvelar cómo funcionaran los 9 jugadores nuevos en la plantilla en una competición como la ACB, que no hace prisioneros. Hablaremos extensamente de ello cuando la propia competición convierta en certezas las suposiciones.
En esta coyuntura de felicidad general, salvo excepciones muy contadas, la afición ha respondido como nunca, con la acepción que tiene este vocablo en un equipo que existe desde 1966. Pese a la subida del precio de los abonos —en torno a un 5% con respecto al año anterior—, el breoganismo respondió en masa y, a día de hoy, el Breogán tiene 5.047 socios para la campaña que acaba de comenzar. Pero pudieron ser muchos más.
El aforo del Pazo dos Deportes —5.310 personas— imposibilitó que al menos 200 simpatizantes del equipo del león pudieran abonarse. Digo “al menos” porque el club no admitió más reservas en vista de que sería imposible encontrarles acomodo. Es algo sumamente triste y, aunque parezca de Perogrullo mentarlo, limitó, limita y limitará el crecimiento social y económico del CB Breogán.
Lugo se merece más y así también lo cree la afición breoganista, que se ha aunado en torno a una idea, bajo el lema ‘Por un Pazo digno’: la demanda de mejoras en el achacoso pabellón de la ribera del Miño —está en pie desde 1992— o la creación de un nuevo recinto. Este podría albergar grandes conciertos y otros eventos y le abriría la posibilidad a la ciudad de la muralla de acoger, verbigracia, la fase final de la Copa del Rey o la Supercopa Endesa de baloncesto.
Y este movimiento social espontáneo ya ha dejado claro su malestar de forma inequívoca en la final de la Copa Galicia que, por cierto, organizó en Lugo de forma magnífica la Asociación Xuvenil Sagrado Corazón, con los hermanos Engroba -Óscar y Rubén- como alma mater.
Durante la entrega de premios, miles de personas —literal— abuchearon a todos los políticos presentes, cualquiera que fuera su color. Los silbidos no fueron indiscriminados, porque cuando el speaker Jacobo Gómez presentó a Carmen Lence, estos tornaron en aplausos al instante. ¿Por qué aconteció esto? ¿Tal vez porque el pueblo entiende que la función de un servidor público no es —no debería de ser— aparentar, sino gestionar y buscar entendimientos con sus adversarios —que no enemigos— políticos por el bien de Lugo?
El Pazo es, de largo, la peor instalación de equipos que militan en la Liga Endesa de España. Los partidos que disputa el Breogán en el santuario celeste son el espectáculo que más gente congrega de forma periódica en la provincia de Lugo. El pabellón ya cumple con los requisitos que la ACB le pidió para esta temporada —la Diputación acondicionó la pista, retiró los bafles del suelo y completó la iluminación del anillo exterior durante este verano—, pero dista mucho de ser un recinto acorde a los tiempo actuales en todos los sentidos. El aforo del Pazo es limitante, como se ha expuesto, y su ampliación semeja una quimera. Y la gente lo sabe.
Las tres instituciones que rigen los destinos de Lugo pueden vivir de espaldas a esta realidad, pero esta no deja de estar ahí. Todo parece indicar que ya se acabó el tiempo de la indiferencia y comenzó el de la reivindicación y esta es otra realidad que se puede creer subyacente, pero continuará estando ahí.
Cambiar el destino es responsabilidad de todos, aunque solo unos pocos —los que mandan— tienen las llaves para hacerlo.